Introducción
Los ataques epilépticos son el problema neurológico más común en los perros y entendemos cuánto malestar y ansiedad pueden causar. Todas las células del cerebro se comunican a través de señales químicas y eléctricas. Los ataques epilépticos son la manifestación física de una actividad eléctrica incontrolada en el cerebro. En los perros pueden ocurrir diferentes tipos de convulsiones; siendo las convulsiones generalizadas las más frecuentes.
Las convulsiones generalizadas provocan la pérdida del conocimiento, movimientos involuntarios de las extremidades, micción, salivación y defecación. Las convulsiones “focales o parciales” involucran un área focal del cerebro y pueden aparecer como espasmos musculares/temblores, sensaciones anormales o alucinaciones. Los perros no sienten dolor durante una convulsión y en gran medida no se dan cuenta de que están ocurriendo, pero pueden sentirse desorientados y confundidos (signos post-ictales) durante un breve período de tiempo después de la crisis convulsiva (generalmente no más de 24 horas).
Causa y diagnóstico
Los ataques epilépticos pueden ocurrir debido a una causa identificable; como intoxicaciones, enfermedades renales, hepáticas, malformaciones cerebrales, tumores o inflamaciones. Cuando no se puede identificar una causa subyacente, el diagnóstico presuntivo es la epilepsia primaria o ‘idiopática’. Ninguna prueba individual puede decir si un animal tiene epilepsia idiopática. Es lo que llamamos un “diagnóstico de exclusión”, ya que se requieren múltiples pruebas para excluir todas las demás causas (por ejemplo, análisis de sangre, resonancia magnética del cerebro y análisis de líquido cefalorraquídeo). La epilepsia idiopática es más probable en perros que son jóvenes (6 meses a 6 años de edad) en el momento de su primera convulsión y son normales entre las convulsiones.
Lo más probable es que la epilepsia primaria tenga una causa genética, pero actualmente no se ha podido identificar el gen responsable en razas individuales; sin embargo, se sabe que varias razas tienen un mayor riesgo “familiar” de epilepsia (Labrador, Golden retriever, Border Collie). La mayoría de las epilepsias involucran mutaciones en muchos genes. Esto significa que la cría para prevenir la epilepsia es muy difícil y la epilepsia idiopática se puede diagnosticar en cualquier perro, de cualquier raza, a pesar de múltiples generaciones y camadas normales.
Tratamiento
Es posible que la mayoría de los perros epilépticos tengan una excelente calidad de vida. Sin embargo, la epilepsia es una enfermedad crónica y, en ocasiones, progresiva que deberá controlarse. En raras ocasiones, un animal puede tener una sola convulsión y no volver a convulsionar.
A pesar del tratamiento, es probable que los pacientes epilépticos sufran convulsiones intermitentes. La remisión completa puede ocurrir con el tratamiento, pero nuestro objetivo en la mayoría de los perros es reducir la frecuencia y la gravedad de las convulsiones en al menos un 50 %. El 25-33% de los perros con epilepsia requerirán más de un medicamento para controlar sus ataques. Existe cierta evidencia en perros que sugiere que un inicio más temprano del tratamiento se asocia con un mejor resultado.
Normalmente recomendamos tratar la epilepsia cuando:
- Ocurren más de dos convulsiones en un período de seis meses
- Si hay más de una convulsión en un período de 24 horas (convulsiones en racimo)
- Si hay actividad convulsiva continua durante más de 5 minutos, o convulsiones recurrentes entre las cuales su mascota no se recupera por completo (estado epiléptico)
- Los signos post-ictales (después de la convulsión) son graves (por ejemplo, agresión o ceguera)
- La frecuencia y gravedad de las convulsiones está aumentando
Hay muchos medicamentos antiepilépticos (MAE) diferentes disponibles para el tratamiento de la epilepsia en perros. Su neurólogo veterinario determinará qué MAE es adecuado según el tipo y la cantidad de convulsiones que haya sufrido su mascota, pero también según las consideraciones de licencia, formulación y coste.
Con la mayoría de los MAE, se puede esperar que ocurran efectos secundarios al tratamiento. Estos efectos secundarios normalmente son más evidentes cuando se inicia el tratamiento por primera vez y su gravedad debería disminuir con el tiempo. Los efectos secundarios comunes dependen de la dosis e incluyen aumento de la sed y el hambre (en consecuencia, aumento de la micción y aumento de peso), letargo, jadeo, hiperexcitabilidad y posiblemente cierta debilidad (especialmente en los miembros posteriores). Su neurólogo veterinario discutirá con usted qué efectos secundarios se pueden esperar con cada medicamento.
Seguimiento de un perro epiléptico
Es muy importante llevar un diario de convulsiones para su mascota. El diario debe incluir la fecha, la frecuencia de las convulsiones, la duración y la apariencia/gravedad de las convulsiones, si hubo algún desencadenante obvio y si se observó un comportamiento anormal en el período posterior a la convulsión (período post-ictal). Compartir estos diarios con su neurólogo veterinario o veterinario de atención primaria les ayudará a evaluar si el tratamiento está alcanzando sus objetivos.
Durante una convulsión usted debe:
- Mover cualquier objeto alrededor de su mascota con el que pueda lesionarse
- Apagar las luces
- Comenzar a monitorizar y registrar la duración y la gravedad de las convulsiones
Nunca caiga en la tentación de poner sus manos dentro o alrededor de la boca de sus mascotas. Los perros pueden morder durante o después de una convulsión, ya que no lo reconocerán. Es comprensible que desee consolar a su mascota, pero solo sosténgala o acaríciela si se ha detenido activamente. Si su neurólogo veterinario o veterinario de atención primaria le ha recetado diazepam rectal, puede administrarlo según las instrucciones si es seguro hacerlo.
Póngase en contacto con su veterinario lo antes posible si:
- Su mascota está convulsionando activamente durante más de cinco minutos
- Su mascota tiene más de dos convulsiones en un período de 24 horas
- Su mascota muestra espasmos/temblores recurrentes
Se requerirán visitas ocasionales a su veterinario durante el curso del tratamiento. Algunos MAE serán metabolizados por el hígado. Este metabolismo puede aumentar con el tiempo, lo que significa que se pueden requerir dosis más altas del fármaco para mantener la misma concentración del fármaco en la sangre. Su veterinario puede sugerir análisis de sangre cada cierto tiempo para evaluar la concentración del MAE en la sangre o para evaluar la función del hígado. La frecuencia con la que se requiere esto dependerá de la respuesta del paciente al tratamiento.